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En el duermevela
de esta tarde de verano
mis dedos
en tu piel
dibujan silentes
mapas de vientos imposibles.
Me pierdo surcándolos
¿dónde descubriré mi verdad?
Busco en tu pelo
donde hallarme
pero lo hago
en el puerto que es tu boca.
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Hay cosas, ideas, reflexiones, que a fuerza de darles vueltas acaban enquistándose y entonces se convierten en esa pequeña verruga con la que siempre tropezamos al afeitarnos o en esa uña que se incrusta y duele en los momentos menos oportunos. Para mí, una forma de extirpar o al menos reducir al máximo esos ‘quistes’, a veces se consigue y a veces no, es escribiéndolos, plasmándolos en el papel, convirtiéndolos en un ejercicio sobre el que se puede corregir, dar forma y de este modo, repitiendo la lectura y reescribiendo, hacerlos banales…
aunque no siempre lo consiga.