lunes, 18 de febrero de 2008

Alguien ha apagado el sol y ha puesto en su lugar una bombilla de bajo consumo.

Alguien ha apagado el sol y ha puesto en su lugar una bombilla de bajo consumo.
Si, luz, lo que es luz, hay luz, pero que fría es. Casi es lunar pero ni siquiera tiene ese atisbo de calor que supone el reflejo del sol en la ceniza de la luna.
El blanco de esta luz se extiende por mi piel enfriándome, enfriando mis sentimientos, llevándome a una abulia y a una apatía que no son sino el reflejo de esa luz que alguien ha puesto en lugar del sol para ahorrar... el qué me pregunto. ¿Qué se puede ahorrar apagando el sol?
Quizá se pueda ahorrar el cariño o la ternura que dan calor a las relaciones, calor que el sol ya no da porque lo han cambiado por esa bombilla de luz fría que es la razón sin más.
Hay que ver cuanto nos ahorra la razón: nos ahorra el dolor de perder a quien nos hace vibrar solo con estar a nuestro lado cuando deja de estar, nos ahorra también esa sensación de vacío cuando no sabemos quien nos llena incluso sin estar a nuestro lado, nos ahorra la ansiedad de tener noticias de quien es para nosotros más que nosotros mismos sin serlo o ese sentimiento de culpa, que no debiera ser, porque quizá no hemos escuchado lo suficiente como para llegar a entender el egoísmo de quien nos quiere solo por su interés sin que lo sepa.
Si, puede que sea cierto que debamos dar gracias a la falta del sol y su sustitución por la blancura de la luz de la razón, de bajo consumo.
Pero lo cierto es que cuanto más me empeño en disfrutar de la luz de la razón y más intento convencerme de su beneficio, más echo de menos el calor del sol… con lo bueno y lo malo que pueda tener.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Desde esta ventana que ya no lo es.




Cruda y fría es la tarde,

tras la reja me oculto

para no despertar envidias

en los que no pasan por mi ventana.