lunes, 15 de agosto de 2022

Esse est percipi (Ser es ser percibido)

 Algunas mañanas, cuando paseo a los perros por la avenida bajo los árboles, veo a una señora mayor, quizá ochenta y cinco años, que, arreglada y con su bolso colgando del brazo izquierdo, pregunta a toda persona que se cruza con ella, apoyando su mano derecha en el brazo de a quien pregunta, dónde está la boca de metro más cercana.

Me extrañó que preguntará lo mismo y tantas veces. Llegué a pensar que tenía algún problema propio de su edad por deterioro de su cerebro hasta que me decidí a preguntarle si deseaba que la acompañase a la bocas de metro o a algún sitio por si estaba perdida. 

No, muchas gracias, no se preocupe estoy bien, no estoy perdida estoy existiendo. 

Paro a las personas con las que me cruzo y las toco, al tiempo que pregunto, para obligarles a que me miren cuando me contestan, de este modo me perciben y hacen que exista. 

Desde que mi Antonio murió, como no tengo familia ni amigos, paso mucho tiempo sola y terngo miedo de que en una soledad de esas, algo más larga, deje de existir.