jueves, 20 de noviembre de 2014

Haiku para este otoño.

Mariposas confusas
por un sol, que otoñal,
es cálido en exceso.

Estrenando tinta.


Como es cuestión de escribir hasta que se gaste la mezcla de tintas: marrón y azul, me pongo a ello.
Poco apoco, como todo lo que queremos que perdure, trazo a trazo, voy desgranando estas frases si demasiado sentido en sí, pero con sentido en el hecho de la escritura para dejar tinta en el papel.
No llega al punto de la escritura automática de nuestros reverenciados surrealistas pero casi, casi, aunque con más casis.
Los tonos se van aclarando, las tintas se tornan en su esencia, sin mezclas, puras en su café original. Ya va apareciendo el sepia esperado. Por cierto, ahora que me fijo, el grosor del punto de pluma es efectivamente medio y no fino cono cierta musa fina, que no delfina pues es segunda de su estirpe, apuntaba.
Pero de nuevo, al retomar el sin sentido de esta escritura, espero encontrar trazos del azul confundiéndose con el café y cuál es mi sorpresa al ver café solo, bueno en realidad con algo de leche pero poca.
Ya el azul solo queda asentado en la laca del cuerpo de la pluma estilográfica que, sujeta en mi mano, se desliza sobre este papel dejando salpicaduras de tinta que no ríos, ni apenas pequeños manantiales, que serían la novelas o los cuentos o quizá artículos vertebrados en la esencia de la literatura con sentido, no en la fácil verborrea del que escribe porque si o porque quiere ver el color de la tinta sin más.