miércoles, 15 de noviembre de 2017
No existe ningún verbo con el que se pueda explicar el tiempo transcurrido.
Se hace tarde en esta tarde de ausencia.
Soy palabras mientras te pienso: compleja, rica en matices y sensibilidades.
Mis palabras siempre serán tuyas.
lunes, 6 de noviembre de 2017
jueves, 19 de octubre de 2017
Hachô (Haiku de metro roto) de este Otoño cálido.
De noche, el calor del día,
libre de la roca,
hace cantar al grillo.
libre de la roca,
hace cantar al grillo.
jueves, 7 de septiembre de 2017
lunes, 14 de agosto de 2017
Ruinas sobre el papel
¿Conseguirán ser lazos las ráfagas de trazos que anudando estructuras
se fundan en esta historia que soy y que si no lees solo es ruinas?
lunes, 10 de julio de 2017
martes, 20 de junio de 2017
¿Cómo somos y seremos?
Ruiz Zafón, en una de sus novelas, nos cuenta que Julián
Carax dijo: En el fondo nunca hemos sido
el de antes, sólo recordamos lo que
nunca sucedió.
Al comentario de Julián añado: Y por ese recuerdo somos así,
ahora, y sobre él construimos nuestro futuro.
viernes, 19 de mayo de 2017
Más feliz que una perdiz.
Aquella tarde salió escopetado
del trabajo. Estaba más nervioso que un flan delante de un hormiguero. Habían
quedado. Iba a recogerla, tomarían algo y la dejaría de vuelta en su casa.
Se podría pensar que eso no era
nada del otro mundo, pero para él era cerrar un paréntesis que había abierto
hacía muchos años y dentro de ese paréntesis había estado sin vida, sentía que
de nuevo vivía solo porque ella le esperaba.
Además quería ver su cara. Ver si
en ella atisbaba lo que pudiera haber desencadenado la carta que le dio hacía
un par de días. No sabía de donde pudo sacar la determinación para, por fin,
escrito en un papel, como tantas otras veces había hecho hace tiempo, confesar sus
sentimientos hacia ella; solo que esta vez había una diferencia muy importante,
se lo había escrito claro, sin dejar nada en el aire, sin envolverlo en poemas,
sin disfrazarlo en cuentos o en eso que él le escribía de vez en cuando.
La recogió, pasearon y volvieron
a su casa. Había sido una tarde deliciosa a su lado pero no había sido capaz de
ver en su cara nada que le dijera que pensaba sobre su carta. Quizá no la había
leído aún. Pensó que no, eso no era posible, seguro que la había leído. Se
pararon en el portal, ella sacó la llave, abrió y se volvió hacia él.
Él la miro y musitó una despedida
hasta el día siguiente. Ella se le quedó mirando…
- Pero bueno. Me dices lo que me has dicho en la
carta que me has dado y ya está ¿Sin más? ¿Así lo dejas?
Desde entonces él, es más feliz que una
perdiz.
martes, 25 de abril de 2017
martes, 4 de abril de 2017
Aquí nadie existe.
Aquí existe una soledad extrema.
Puesta en duda su cualidad por un hastío que mata cualquier
recuerdo, imagen, ocurrencia.
En este lugar el silencio ni se funde ni se derrite.
Ni el miedo existe aquí, identificable, se hace uno con el silencio.
miércoles, 29 de marzo de 2017
Cuatro giros a la derecha.
Siguió andando por la calle.
Acababa de detenerse bajo el luminoso de una cafetería, que imitaba a las
norteamericanas de los años cincuenta, para mirar la carta que tenían en la
puerta. Hamburguesas, batidos y otras cosas…
¿Qué es lo que tenía que hacer? ¿De
dónde venía? Se preguntó. No era capaz de recordarlo. Bueno volveré a casa y ya
me acordaré. Menos mal que me hablo en silencio, si no quien me viera pensaría
que estoy loco. Creo que es por esta calle a la derecha, me suena esa farola
con el árbol pegado al lado.
Menos mal que ha dejado de
llover, se dijo mientras avanzaba por la calle. Esta casa de tres plantas que
hace esquina, con ese relieve que imita a los de Art Decó de los años veinte,
también me suena. Menudos coches hay aparcados por estas calles, se ve que es
un barrio de dinero. Como brillan todos después de la lluvia que ha caído. Creo
que debo girar a la derecha.
Vio al fondo, a la derecha, una
valla cubierta de glicinias. Esa valla con flores seguro que es de un chalé. Al
llegar a la esquina y ver el chalé pensó que le resultaba familiar. Seguro que
voy bien encaminado hacia casa, giraré aquí a la derecha.
Ahí enfrente hay una calle más
ancha, habrá comercios y bares, también alguna parada de autobús, giraré a la
derecha para seguir el sentido de la circulación.
Mira tú, se dijo parándose bajo
el luminoso de una cafetería, esto es como de los años cincuenta en Estados
Unidos. Entraré a ver que carta tienen. Aunque no hace falta, está expuesta en
la puerta.
Se paró frente a la cafetería y
estuvo leyendo la carta un rato, luego siguió andando por la calle hacia la esquina.
domingo, 12 de marzo de 2017
Busco una palabra.
Entre palabras muertas y desfallecidas busco la que he
perdido, no la recuerdo, no soy capaz siquiera de entrepensarla, de entreverla.
Busco y, entre una que es ternura y otra que es siempre, veo la esquina de una
que es am, ¿am qué?, intento moverlas y se mezclan. No quiero perderla de
vista, se la ve sin fuerzas, a punto de rendirse al silencio, a la muerte, sigo
revolviendo, veo la otra esquina que es r. Casi la recuerdo, la tengo en la
punta de los dedos, en los extremos de las neuronas. Se me escapa, la pierdo,
la olvido. Hundo la mano rompiendo algunas, al fin y al cabo están muertas o
moribundas. La alcanzo, la levanto, la miro... amor. No entiendo, no sé qué es
eso, no sería lo que buscaba... ¿qué es lo que buscaba ahí, en ese cementerio
de palabras?
Voy donde están vivas, allí podré cogerlas palpitantes, actuales, llenando todo. Si, aquí están, radiantes. Como brilla esa, que viva se la ve. Soledad. Es fuerte y encabeza y guía a las demás que le son afines…
Voy donde están vivas, allí podré cogerlas palpitantes, actuales, llenando todo. Si, aquí están, radiantes. Como brilla esa, que viva se la ve. Soledad. Es fuerte y encabeza y guía a las demás que le son afines…
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