domingo, 12 de marzo de 2017

Busco una palabra.


Entre palabras muertas y desfallecidas busco la que he perdido, no la recuerdo, no soy capaz siquiera de entrepensarla, de entreverla. Busco y, entre una que es ternura y otra que es siempre, veo la esquina de una que es am, ¿am qué?, intento moverlas y se mezclan. No quiero perderla de vista, se la ve sin fuerzas, a punto de rendirse al silencio, a la muerte, sigo revolviendo, veo la otra esquina que es r. Casi la recuerdo, la tengo en la punta de los dedos, en los extremos de las neuronas. Se me escapa, la pierdo, la olvido. Hundo la mano rompiendo algunas, al fin y al cabo están muertas o moribundas. La alcanzo, la levanto, la miro... amor. No entiendo, no sé qué es eso, no sería lo que buscaba... ¿qué es lo que buscaba ahí, en ese cementerio de palabras?
Voy donde están vivas, allí podré cogerlas palpitantes, actuales, llenando todo. Si, aquí están, radiantes. Como brilla esa, que viva se la ve. Soledad. Es fuerte y encabeza y guía a las demás que le son afines…