miércoles, 28 de noviembre de 2012

Café Comercial. Un minuto de la conversación de la mesa de al lado.




Mirándola él le dijo: Me alegro que insistas pues es de sabios insistir pero no creas que por eso vas a tener menos influencias que otros que en su día insistieron crudamente en un invierno asintomático estando subidos a la escalera de caracol.

Entonces mientras él continuaba hablando, ella canturreó: col, col, saca los cuernos al sol… que mas calienta.

Él seguía diciendo: Vemos que su conversación son tópicos típicos de fraseo de saxo sobre el sexo de la música celestial.

Y ella retomaba su soniquete desde la última palabra de él que le había llamado la atención: … que nos cubre con su manto de estrellas, estrelladas, zas, estás estrellado junto a la boca del túnel que…

Curiosamente se sincronizaron sus frases y ya parecía que no fuera sino una única disertación a dos voces pues él continuó: … que nos lleva de programa en programa sin otro interés que el de estulticiarnos hasta límites comprobados y sospechados por todos y permitidos por más aún.

Ella tomó el turno y siguió: Sin son, dos son, las horas que paso con Pessoa…

Y él terminó la charada: … y salgo dormido en la conciencia de los demás.

Llamaron al camarero, pagaron y se fueron.