- Hola.
- Hola.
- ¿Qué tal estás?
- Bien. ¿Y tú qué tal?
- ¿Yo? Como agua inútil que se estrella en mentiras que lo son por calladas, agua que no quita la sed ni moja.
Hay cosas, ideas, reflexiones, que a fuerza de darles vueltas acaban enquistándose y entonces se convierten en esa pequeña verruga con la que siempre tropezamos al afeitarnos o en esa uña que se incrusta y duele en los momentos menos oportunos. Para mí, una forma de extirpar o al menos reducir al máximo esos ‘quistes’, a veces se consigue y a veces no, es escribiéndolos, plasmándolos en el papel, convirtiéndolos en un ejercicio sobre el que se puede corregir, dar forma y de este modo, repitiendo la lectura y reescribiendo, hacerlos banales…
aunque no siempre lo consiga.